30 abril 2023

Leyendo a Ana Enriqueta Terán, Miyó Vestrini y Hanny Ossott en Filven 2023


Leyendo a Ana Enriqueta Terán, Miyó Vestrini, Hanny Ossott

y la angustia de la mujer en su visión del mundo

Por Ana Gloria Palma

*** La siguiente intervención fue presentada el sábado 29 de abril  de 2023, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN)-capítulo Miranda, que se desarrolló en espacios del Centro Cultural La Estancia, del 28 al 30 de abril 


Tres poetas nos acercan a su grito, a su voz, esencia que nos lleva a entrar en cada una de ellas para intentar conocerlas. No nos son extrañas, son distintas, únicas, ellas tuvieron una vida en donde sus roles fueron variando según sus enseñanzas y necesidades. Vidas que conoceremos a través de otros ojos, oídos que escucharon de ellas y en esa escucha hicieron interpretaciones de sus inquietudes. Desarraigada de Francia como Miyó Vestrini, o paseadora de mundos como Ana Enriqueta Terán, o traductora de otras voces como Hanny Ossott.

Por propia mano dejaron la vida. A otras simplemente se les acortó por una enfermedad, y otra de vida tan larga que llegó a casi una centuria; una y otra rebelde, silenciosa, distante, callada, critica, observadora de su mundo para plasmar en un verso y otro su mirada de mujer.

He aquí estas tres damas, estas tres poetas bellas en el acto de trasmitir su voz y crear su grito, Ana Enriqueta Terán, Miyó Vestrini y Hanny Ossott.

Esta disertación no solo es para presentarlas ante ustedes, y darla a conocer sino para recordarlas y vislumbrar un poco más de ellas desde mi lupa de mujer y poeta. Porque hablar de Ana Enriqueta Terán es hablar de mi voz también, porque las mujeres nos reconocemos en todas y terminamos siempre en una misma voz, un mismo grito, en la necesidad de ser oídas, en la capacidad de decir algo que nos ayude a trascender. Porque ser mujer no se trata solamente  de limpiar niños, atender maridos, lavar corotos y ordenar la casa.

Es por eso que Ana Enriqueta Terán nos dice en este soneto:

 

…en los hombros del agua que crece hasta mis sienes

y en el oscuro limo de la entraña y del beso.

Camino con las olas y con el árbol dado

a la corteza muda que me hiere y me enciende,

camino con la tierra y un entreabierto goce

me lastima y conduce más desnuda la frente.

Alguien me dijo algo de bestias taciturnas,

de mares y tinieblas que azotaban mi rostro,

escuchaba su voz y buscaba su cuerpo

por altos corredores sin llegar a su lodo.

Ana Enriqueta Terán

Presencia Terrena. Montevideo: Alfar, 1949.

 

Epílogo (fragmento de novela)

Despacio, Manuela,

con buena letra,

ahora le toca a usted.

 

…forman un entramado de grises, violetas, verdes tiernos, todo en ondas y sesgaduras de viento, que también reflejan en suelo limpio y esta luz será en las páginas como luz en los cuadros de Velásquez; y Vermeer pondrá una pincelada de recuerdo cuando Ama Ina desde una lechera en alto, y en chorro continuo y delicado verterá en la escudilla de cada quien la leche recién ordeñada de la vaca Alcamonera. Ni a gentes, ni animales, ni a cosas se les conocerá fin. No se podrá decir Ana Ina murió en tal parte, o Isabel María enfrentó destino de tal manera.

Todo quedará preso en las páginas: allí el águila de doña Juana Teresa, zapatos vivos de Niña Candela y zapatos vacíos de los que murieron. El yagrumo (Espectabilis humera) follajes vueltos al revés. Collar rojo luciendo fino en el escote de Manuela sarta de corales que cayó al suelo y no se perdió ni una cuenta; ahí estaban todas y algunas sutilmente engarzadas en las suturas del enladrillado.

Ana Enriqueta Terán

Apuntes y congojas de una decadencia

novelada en tres muertes, 2014.

 

Esta mujer que vino al mundo el 4 de mayo de 1918, en la hacienda Santa Helena, Valera, estado Trujillo y transcendió al tiempo despidiéndose de él con casi cien años y además de ser poeta y diplomática, profundizó en el soneto influenciada por el verso español, en su máxima expresión clásica, internándose en Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz y Garcilaso de la Vega. Ella también supo de hijos, de amores y del hecho de ser mujer, en un tiempo en que la voz que se escuchaba era la de los hombres.

 

Ella también dijo:

 

El nombre

Como quien escribe una oración y pide en la oración mucha humildad

y un extenso aliento para resistir el brillo y cercanía de la PALABRA

Es mi oficio y la frase resulta de arena negra con pespuntes de oro.

Y pide en la oración mucha obediencia y la aceptación del nombre.

 

No la firma, sino el nombre completo en los calveros de poema:

ANA TERÁN.

ANA TERÁN MADRID.

ANA ENRIQUETA TERÁN.

Me gusta este nombre. Esta soledad y raro artificio que se desprende

de mí hacia la profecía. Que es yo misma recorriendo las islas,

el espacio comprendido entre mi desamparo y las escamas, anillos

y mordeduras del CLIMA.

 

Libro de los oficios. Poemas. 1967. Caracas: Monte Ávila, 1975.

 

Para mí, se podría interpretar en esos versos la necesidad de imponer su nombre sin la trenza que presupone un estatus y que incluye todas las letras en que fue nombrada un día Ana Enriqueta Terán, ella que poseía un manejo exquisito del lenguaje y nos acercó a su ser, a sus vivencias.

Y siguiendo con este encuentro, en el cual me veo entre estas tres poetisas, se acerca ella, Miyó Vestrini, que nació bajo el nombre de Marie-Jose Fauvelle Ripert, una incisiva y sensible mujer que difuminó su palabra para llevarnos a Giovanna, la niña, que pareciera esparcir su grito de esta manera.

 

Un día de la Semana 1

Cuando naciste

en 1938

César Vallejo moría

cuando tu cabecita

tu ombligo

tu cuquita virgen

asomaba al mundo

entre las hermosas piernas de tu madre

metían al poeta en un hueco.

Lo cubrían de tierra

y a ti

te cubría la memoria.

En el autobús ha visto el gesto del anciano cuando escupe una gruesa y roja saliva en un vaso de cartón y trata de vaciarlo por la ventana. El viento abate sobre Giovanna el líquido viscoso que ahora resbala en su brazo. La madre grita furiosa mientras limpia a Giovanna con un pañuelo blanco y agua de colonia. El viejo se voltea para mirarlas: Giovanna se ríe con él, sucio y desdentado, con ese azul impreciso que tienen los ojos de los viejos. Llegan. La madre le cuenta al padre y termina llorando, preguntando otra vez cuándo nos iremos de aquí, cuándo regresaremos a Europa a celebrar la Pascua Florida. Desde la plaza los muchachos silban a Giovanna, de nuevo, y ella los mira, riendo y haciendo gestos. Giovanna llora y se pasa la lengua, allí donde el viejo la había escupido.

Miyó Vestrini

Las historias de Giovanna, 1971

 

Miyó Vestrini, posee una escritura breve, terrible y profunda de la literatura venezolana. Vino desde Francia a radicarse en un pueblito de Trujillo y luego al Zulia, transitó entre recuerdos y vivencias que la llevaron a escribirle al Chino Valera Mora, su amigo, cuando murió, el poema Té de Manzanilla.

 

Mi amigo,

el chino,

escribió una vez sobre cómo se sientan

y caminan

las mujeres después de hacer el amor.

No llegamos a discutir el punto

porque murió como un gafo,

víctima de un ataque cardíaco curado con té de manzanilla.

De haberlo hecho,

le habría dicho que lo único bueno de hacer el amor

son los hombres que eyaculan

sin rencores

sin temores.

Y que después de hacerlo,

nadie tiene ganas

de sentarse

o de caminar.

Le puse su nombre a una vieja palmera africana

sembrada junto a la piscina de mi apartamento.

Cada vez que me tomo un trago,

y lo saludo,

echa una terrible sacudida de hojas,

señal de que está enfurecido.

Ahora está arrecho otra vez,

porque le llevan flores

mientras trata de espantar a las cucarachas.

Miyó Vestrini, 1991 en Caracas, Venezuela.

 

Y también nos dice, de su inquietud expresada en ese transitar desde Nimes, Francia a Betijoque, estado Trujillo y a Maracaibo, estado Zulia.

 

He tenido que compartir mi lugar

Nadie me ha raptado

para llevarme al suyo.

No tengo África mía a mis espaldas,

ni olas

ni ollas,

ni una calle de Dublín.

Sólo he estado allí

con pocas palabras

y pocos gestos

y pobre cuerpo.

Aprendí al mismo tiempo La Marsellesa

y el Himno al árbol.

Tuve que leer a Rimbaud y a Andrés Eloy…

 

Y finaliza en ese conflicto geográfico-cultural-familiar con los siguientes versos:

 

Vete a la mierda,

me dijo mi madre

cuando le reclamé todo esto.

Se dio vuelta hacia la pared y murió.

Ocupé su sitio

Y dejé que peinaran mis cabellos.

Valiente Ciudadano, Miyó Vestrini

 

Y este texto de Versos para Giovanna:

 

Conocíamos bien el desorden de las mañanas

de octubre

la rigidez en la nuca

que comienza al levantarse

espantoso signo de que nos vamos a morir

tiesos y enérgicos

incapaces de hacer un gesto para evitar

el síncope.

 

En un permanente reclamo en que transitó su existencia, mirada esquiva nos deja ver su soledad y su fuerza y va dejando piedritas para que sigamos sus señales como una manera de salvarse o pedir ayuda, su suicidio quizás no nos sorprendió, pero pareciera que es una especie de muerte anunciada que se concretó al fin, el 29 de noviembre de 1991.

 

El primer suicidio es único.

Siempre te preguntan si fue un accidente

o un firme propósito de morir.

Te pasan un tubo por la nariz,

con fuerza,

para que aprendas a no molestar al prójimo.

 

 

Muy poco y muy gris es el tiempo que te queda.

Soy frágil

para los amados.

Algún asesino más poderoso

más fuerte

me interceptó cuando cruzaba

el callejón de los cuchillos

 y me atajó.

Silencio mujer

dijo

de nada valdría tu queja

ni en este momento

ni en los otros.

 

Y este transitar en que me impuse a ir en pos de estas mujeres, mujeres que en su camino se han desnudado ante el verso que las cautiva desde su ser intrincado, en su esencia dominada por su sentir llega, Hanni Ossott, en un escudriñar otrora familiar que nos cose en esa espera latente de un adiós en que se vierten dolores, tristezas que nos llevan adentro, en esa extraordinaria escritora en la búsqueda de sí, y que con una preocupación lingüística y filosófica nos dice:

El historiador Manuel Caballero, su esposo contó en una entrevista que Hanni Ossott no escribía sus poemas sino que los vivía, que se encerraba y escribía, lo cual interpretó, como que se derramase toda ella sobre el papel, sobre el teclado y esparciera su aliento sobre la pantalla.

 

¿Qué es ser poeta?

Llorar.

Llorar. Infinitamente.

Y escuchar una voz de hombre

silente y viril

por su feminidad perdida

porque la poesía es feminidad.

Y los hombres poetas deben ser femeninos.

Y las mujeres poetas deben ser masculinas

Y esta es ley de Dios.

Ley sagrada, Hanny Ossott

 

Las pastillas

A los médicos psiquiatras

Una pastilla

dos pastillas

tres pastillas

seis pastillas

Dayamineral

Carbonato de Litio

Haldol

Neubión

Oranvit

Rivotril 2 mg

¿y el médico?

Deambulando por ahí... ahí como en la Luna

Sin saber de la verdadera enfermedad.

Desde mi experiencia en Londres 1980

hasta los actuales momentos

Caracas, 1993.

 

Esta poeta de mirada cristalina escribió sobre la muerte y sobre su muerte toda su vida, como si presintiera lo que le tocaba, una despedida prematura que no buscó.

Tradujo a poetas como Rainer María Rilke, D.H. Lawrence y Emily Dickinson. Hanni Ossott falleció el 31 de diciembre del 2002, después de una penosa enfermedad, que no le impidió escribir.

Pareciera que estas tres poetas, poetisas como algunas la nombran, confluyeron como una sola mujer dejando a un lado la casa, el trabajo, el compañero, los hijos y se derramaron sobre el papel como se decía de Hanni Ossott y en ese teclear, con los dedos ensangrentados de tintas para verterse en sus pensamientos y sentimientos como me imagino también a Ana Enriqueta Terán y Miyó Vestrini.

La muerte la vida, las luchas sus vivencias, temas que también me circundan me recorren, como expreso en estos textos míos:

 

 

Aquí estoy

en el tic tac del reloj antiguo

escarbando plumas a la frente

arrodillada en el punto Este de mi nombre

para pedir al nuevo día un poco de sombra.

 

 

…y aquí estoy

esperando a los que vienen

a renovar la vida

para irme.

 

Es tanto los que nos une, es tanto el dolor, la injusticia, la rabia, el descaro de la mirada de la vivencia del hombre que pesa sobre la mujer.

 

Nostalgia

Esta noche ladran perros

y los gatos lamen la nostalgia

Pegatinas antiguas

Se adhirieron a los retazos

de álbumes atesorados

y en donde alguien

al pasar del tiempo

quizás nos reconozca

y cuente algo interesante

de nosotras.

 

Yo siento una invisibilización, viene de lejos, también recorrió el mundo de estas tres poetas, grandes en su esencia, con un gran dolor acumulado que transciende a todas las mujeres, a las poetisas que solo lograrán ser vista por la lupa de otra mujer.

Como lo digo aquí:

 

Los aguijones pinchan la noche

me arrinconan

y es la hora de ser yo.

 

Ana Gloria Palma

 


 

O este otro poema:

 

Esta careta esconde la pulsación del horizonte

la suave brisa del rayo

que bordó el nuevo ser

y en el remanso de los días aciagos

Es esta careta la verdad.

 

Les invitó a buscar la verdad de estas tres poetas:

Hanny Ossott, Miyó Vestrini y Ana Enriqueta Terán.

  

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